Protesta, del colectico "Juventud sin Futuro" por la visita del presidente del Banco Santander, Emilo Botín, a la Universidad Carlos III.
Imágenes de la primera manifestación del 15 de Mayo....Así empezó todo....
http://www.bottup.com/201105277370/Ciudadania/22-m-triunfo-el-espiritu-del-15m.html
22-M, triunfó el espíritu del 15M
Escrito por Vicent Boix Viernes, 27 de Mayo de 2011 20:12ANÁLISIS / Los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, pierden el 6% de los votos y los votos en blanco y nulos se 'consolidan' como cuarta 'fuera política'
Leyes electorales como la murciana, con 5 circunscripciones en una sola provincia, hacen que al PP un diputado le 'cueste' 11.593 votos y a IU más de 50.000
Nadie pone en duda que en estas últimas elecciones el PP avanzó en muchos territorios y obtuvo unos excelentes resultados. Nadie pone en duda que el PSOE ha pagado el haber transferido a las clases populares la crisis que germinó desde la banca y desde los grandes intereses económicos. Pero ahora bien, la euforia de la derecha está siendo tan desproporcionada como artificial. Sí, se han impuesto a su partido gemelo, el PSOE, pero en las urnas no han podido con la indignación y ahora, con ese triunfalismo premeditado y exacerbado, pretenden menospreciar y enterrar la incidencia política surgida en decenas de acampadas diseminadas por todo el mundo, a la vez que se autoerigen como la única opción para sacar al país de una crisis que ayudaron a forjar.
El PSOE perdió 1,5 millones de votos, casi 600.000 fueron a parar al PP. La abstención fue la opción más elegida. Votos en blanco y nulos son la cuarta fuerza políticca y IU y UPyD ganan votos
Por este motivo en las acampadas de los indignados e indignadas se coincidía en un punto: ir a votar pero no hacerlo por los dos grandes. A partir de ahí el discurso fue difuso. Algunos abogaban por los partidos pequeños y otros por votar en blanco o nulo, aunque, insisto, la consigna clara e inequívoca fue que ni PSOE ni PP.
Vistos los resultados de las municipales a nivel estatal, el PSOE perdió 1,5 millones de votos respecto a 2007, de los cuales casi 600.000 los conquistó el PP. A pesar de la potente maquinaria electoral y mediática de los populares, casi un millón de votos no se filtraron de Guatemala a 'guatepeor'. Juntos sumaron el 71% de los sufragios en 2007 y el 22-M descendieron al 65%, lo que significó el fin de una tendencia alcista del bipartidismo que estaba anclada en las elecciones municipales desde los años 80.
La abstención siguió siendo la opción elegida por el mayor número de personas. Los votos nulos y blancos sumados alcanzaron casi el millón, situándose como cuarta 'fuerza política'. Este ascenso, traspapelado en los medios y olvidado por vencedores y vencidos, fue de casi 300.000 votos respecto a 2007, sin mítines ni carteles, sin espacio para apologías en las aburridas tertulias televisivas.
Izquierda Unida, con todas sus limitaciones y sin presentarse en muchos municipios, creció en 200.000 votos, mientras UPyD superó los 465.000. CIU y PNV anexaron más electores que en 2007 y las fuerzas nacionalistas de izquierda tuvieron suerte desigual. El Bloque Galego, Nafarroa Bai y Esquerra bajaron, pero creció Compromís en el País Valenciano y Bildu protagonizó el incremento más espectacular de la noche, al sumar casi 200.000 votos. En Euskadi se consagró como la segunda fuerza en electores y la primera en concejales, y simplemente por este hecho, las sonrisas y los vítores de la calle Génova ya se fingieron más que menos.
El PP a nivel autonómico perdió gancho en Navarra y Asturias por las escisiones. Comparado con 2007 cedió un puñado de votos en Castilla León. En las comunidades de Madrid y Valencia también redujo sus electores pero creció en diputados, en la primera por el incremento de los parlamentarios a repartir y en la segunda por una de esas paradojas a la que nos tiene Asturias tiene 3 circunscripciones, Baleares 4, y Murcia 5, lo cual barre en la práctica de las instituciones a los partidos minoritariosacostumbrados la ley D’Hondt. En La Rioja, con un aumento de 1.300 votos el PP logró tres diputados más, mientras IU y UPyD no ganaron nada, por esa patada en la entrepierna de la democracia que supone perder el derecho a representación al no alcanzar el 5% de los votos. En Cantabria, que IU no obtuviera dicho listón le dio la mayoría absoluta al PP. Por el contrario, es muy obvio que en Aragón, Castilla la Mancha, Extremadura y Canarias la derecha sí logró avances espectaculares.
Las peculiaridades de las leyes electorales en Asturias, Baleares y Murcia merecen comentarse al ser comunidades uniprovinciales que tienen más de una circunscripción. La única explicación de esta división no es otra que la de eliminar las opciones de los partidos pequeños. Asturias está fraccionada en tres circunscripciones y si existiera una, como en Madrid, La Rioja o Cantabria, IU hubiera sumado un escaño más y UPyD otro sin listón electoral. Baleares no se queda a la zaga. La división de la provincia en cuatro circunscripciones ha originado un hecho que desafía la lógica elemental: con el 46,37% de los votos el PP sobrepasa la mayoría absoluta en cinco diputados, cuando en 2007, con un 46,02% de los sufragios obtuvo siete diputados menos. En Murcia la situación es de 'república bananera'. El hecho de que el circuito electoral esté seccionado en cinco circunscripciones deriva en situaciones escandalosas y dantescas, como que IU con 50.000 votos lograra un diputado el pasado 22-M, el PSOE con 150.000 obtuviera ¡11! y el PP con 382.000 consiguiera ¡33! Canarias también dispone de una división en siete circunscripciones que propicia verdaderas injusticias y por eso me pregunto: ¿será cierto que esto es democracia y no lo de Sol?
Tras unos muy buenos resultados -inflados, maquillados y en algunos casos manipulados por sistemas electorales más propios de la Springfield de Hommer Simpson- el PP ofusca ciertas manchas que aparecieron durante esa noche, porque se pueden relacionar con la indignación que colma las calles durante estos días. El principal ya se dijo antes: dos tercios de los votos de los cabreados por un partido socialista arrodillado ante la banca, fluyó hacia los partidos pequeños y hacia el voto en blanco y nulo. Pero hay casos más sorprendentes, como el acaecido en la ciudad donde la 'Spanish Revolution' es más vigorosa: Madrid. Ahí el PP perdió tres concejales, 120.000 votos y un 3,7% de porcentaje sobre el censo, comparado con datos de las municipales de 2007. La pinza bipartidista sumó entonces el 86% de los votos madrileños y ahora adelgazaron hasta el 74%, mientras progresaron los partidos minoritarios, los votos en blanco, los nulos y la participación.
El PP vocifera estridentemente por un adelanto de las elecciones generales; no de las autonómicas en Euskadi, donde el pacto del bipartidismo aristocrático ha quedado en ridículo ante un nacionalismo vasco que los duplica en votos
Respecto a una encuesta publicada por El País el 15 de mayo, el PP retrocedió un 3% en votos y un concejal en las elecciones de una semana después, el PSOE perdió un 7% y tres regidores, mientras IU creció un 2,6% en electores y dos ediles, y UPyD un 2,8% y también dos representantes. El descenso de Guatemala y 'guatepeor', y el incremento de IU y UPyD en Madrid ciudad, también se observan si se cotejan los resultados oficiales del 22-M con la encuesta de Vocento del 16 de mayo, con la del CIS del 6 de mayo, con la de Público y La Razón del 2 de mayo y con la de El Mundo del 30 de abril.
En resumen, nadie pone en tela de juicio que Rajoy, Sáenz de Santa María, Aguirre, etc., tengan motivos para celebrar. Pero de ahí al orgasmo colectivo hay un trecho. Lógicamente toca chillar y armar bulla, porque todo vale para obtener rédito electoral. Vociferar estridentemente por un adelanto de las elecciones… pero de las generales; no de las autonómicas en Euskadi, donde el pacto contra natura del bipartidismo aristocrático ha quedado en ridículo ante un nacionalismo vasco que los duplica en votos. Ahí la vara de medir ya no es la misma.
Por su parte, el PSOE ha ejercido de kamikaze del capital. Por éste se ha autoinmolado y ha sacrificado su identidad, su credibilidad, sus principios, su decencia, la confianza de sus electores, el puño y hasta la rosa. Y no es cuestión de si ZP, Rubalcaba, Chacón o Bob Esponja. El problema es ideológico y estructural, el problema es el aparato del partido, el problema es el aburguesamiento de su dirigencia y la pérdida mezquina de valores, el problema es decir que viene la derecha cuando ellos son la derecha.
Hoy el PSOE es una ficha lánguida y obsoleta que vivió y murió de rodillas en el tablero de ajedrez. Toca cambiarla. Que la otra ficha, la de las gaviotas, perpetúe el 'status quo', el saqueo y la desigualdad. Porque el monólogo debe prevalecer. Por eso los resultados obtenidos se están exagerando, agrandando y estirando. Les han puesto un lacito, pintalabios, el trajecito de verano de la Barbie y los pasean en descapotable. Todo para presentarse como la única opción de cara al futuro. Para socavar y borrar una alternativa de cambio popular, un movimiento social extraordinario que en dos semanas y sin los medios económicos que sí tienen los gigantes partitocráticos, ilusiona a mucha gente, la está organizando, movilizando y tejiendo propuestas más justas. Una fuerza que molesta, que agita, que sueña, que construye y que ya ha demostrado su fuerza en calles y urnas, le pese a quién le pese.
Vicent Boix es escritor, autor del libro El parque de las hamacas
http://www.attac.es/no-es-la-crisis-es-la-respuesta-que-se-le-ha-dado/
No es la crisis, es la respuesta que se le ha dado
31 Mayo 2011 |
Juan Torres López – Consejo Científico de ATTAC.
Se comienza a extender en el entorno del Partido Socialista, en gran parte porque así lo afirman algunos de sus principales dirigentes, que la causa de la estrepitosa y desgraciada derrota del 22-M se debe a “la crisis“ y que lo necesario para superar la situación es que el partido retome de nuevo el ideario y la política socialdemócrata.
En mi modesta opinión ni el diagnóstico es certero, ni va a ser fácil que esa pueda ser la medicina adecuada.
La profunda desafección del electorado, e incluso de buena parte de la militancia socialista, hacia el gobierno no la ha provocado la crisis por sí misma sino, por un lado, la forma en que ésta se ha encarado y las respuestas que le ha ido dando y, por otro, la relación que el gobierno y el partido socialista han tenido con los ciudadanos en estos últimos tres años.
A pesar de que muchos altos responsables del partido sabían lo que estaba pasando, el partido socialista se presentó a las elecciones de 2008 como si nada estuviese ocurriendo y el propio presidente se dedicó durante meses a negar la existencia de una crisis que, sin embargo, aparecía como indisimulable para el resto de la ciudadanía, lo que le hizo perder de modo vertiginoso una credibilidad sin la que es muy difícil gobernar con éxito.
Bien por ignorancia o por irresponsabilidad, lo cierto es que se tomaron un buen número de medidas procíclicas, y además muy costosas, que en lugar de tener el efecto con que se justificaban a la población agravaron enseguida el impacto de la crisis y dificultaron la adopción de respuestas acertadas cuando ya se quiso actuar contra ella. A la sensación de continua improvisación se unió así una gran ineficacia que hacía que la gente viera al gobierno como completamente incapaz de resolver lo que se estaba viniendo encima.
Cuando por fin se quiso tomar el toro por los cuernos tampoco se tuvo voluntad ni decisión para actuar contra los factores y los sujetos que habían distorsionado nuestra estructura productiva en los últimos años y por eso, los planes de estímulo y gasto que se pusieron en marcha, aunque evitaron una debacle aún mayor sobre todo en materia de empleo, realmente no hicieron sino fortalecer los rasgos más nefastos del modelo productivo que agudizó la crisis en España: se reforzaron los sectores donde se habían generado los problemas y se renunció de hecho e incluso de derecho a la igualdad como un pilar central de las estrategias socioeconómicas del gobierno.
Sin haber aprovechado el semestre de presidencia europea para guardarse las espaldas, España quedó pronto, en cuanto comenzaron a aparecer los primeros problemas de déficit y emisión de deuda, en manos de los especuladores que no desaprovecharon la ocasión para imponer un cambio radical en la política económica y reformas draconianas que no iban a mejorar la situación sino todo lo contrario, porque debilitarían de nuevo la actividad y la recuperación del empleo que pudiera haber empezado a darse. Sin explicación acertada, la población no pudo sino entender que el gobierno hacía una nueva pirueta de improvisación y que ahora, además, resultaba ya extraordinaria y palpablemente lesiva para sus ingresos y condiciones de vida.
El presidente Zapatero ha pagado muy cara la confianza que depositó desde que llegó al gobierno en sus asesores económicos neoliberales (ver Los economistas de ZP).
Estos, lograron inicialmente que las pretensiones socialdemócratas de algunos de sus ministros (por cierto, excluidos poco a poco del gobierno) cayeron en saco roto: de ser aprobadas, lo fueron siempre con insuficiente presupuesto como consecuencia de los recortes impuestos bien por la Oficina Económica de Presidencia o por Hacienda. Y luego, le proporcionaron escenarios y estrategias frente a la crisis que han resultado ser letales, económica, política y electoralmente hablando.
El gobierno se ha limitado a aplicar día a día los dictados que le iban marcando los economistas fundamentalistas de La Moncloa y más tarde, cuando éstos habían llevado al buque a hacer aguas y se había perdido la autonomía de la voluntad y de la gestión de la crisis, los que comenzaron a imponer “los mercados”. El resultado está a la vista: los poderes económicos, los propios banqueros y los funcionarios europeos a su servicio alaban su gestión y las reformas realizadas pero eso, en lugar de servir para reforzar políticamente al gobierno, a su presidente y al partido que lo mantiene, lo ha llevado a un descomunal desastre electoral.
No parece extraño que pueda ocurrirle eso a un líder y a un partido cuando de pronto comienzan a hablarle en otra lengua a quienes confiaron en ellos y cuando practican justamente lo contrario de lo que le habían ofrecido y prometido en su contrato electoral. Y, sobre todo, cuando eso lo hacen como si nada, o incluso justificando sus nuevos compromisos diciendo que es lo mejor y que con ellos hacen lo que más les conviene.
La gente ha contemplado una auténtica metamorfosis que se ha querido justificar como una adaptación consciente y deseada a la nueva situación pero que nunca pudo disimular que, en realidad, era impuesta y en el fondo indeseable para todos. Y eso tiene su coste.
El problema al que ha dado lugar todo es que una buena parte del electorado socialista debe haberse preguntado qué sentido tiene apoyar a un partido que en el gobierno no sirve para hacer aquello para lo que afirma que sirve. Y que, además, lo que hace fuera de su guión original lo hace mal.
Un partido de izquierdas haciendo políticas de derechas está a mi juicio condenado a fracasar electoralmente por tres razones. Primero, porque es lógico que una parte de su electorado potencial y la población en general tienda a pensar que esas políticas siempre las hará mejor un partido de derechas. Segundo, porque la traición a sí mismo siempre genera desconfianza y desafección. Y tercero porque la política de derechas en su sentido más amplio (desde la que produce empobrecimiento, endeudamiento, exclusión o simplemente hasta debilitamiento de la democracia o una mayor concentración mediática) crea inevitablemente ciudadanía de derechas que a la postre se identifica electoralmente con su representación política más genuina.
En esta delicada situación se dice que lo que tiene que hacer el partido socialista es retomar los principios socialdemócratas pero decía al principio que no es fácil que eso resuelva la situación porque una cosa es asumir esos principios y otra cosa es poder hacer políticas socialdemócratas.
Para llevar estas últimas a cabo, lo que efectivamente daría un vuelco a la situación permitiendo recuperar derechos e ingresos a las clases trabajadoras, fortaleciendo la democracia y generando un equilibrio político diferente, haría falta disponer de apoyo y de fuerza de presión social que es a la que el partido socialista ha renunciado a lo largo de esta última crisis.
Los partidos socialistas han tirado por la borda en los últimos años una buena parte de sus viejos ideales pero no es esa la renuncia más costosa. La peor ha sido la que lleva a preferir soportarse en el liderazgo personal y en el marketing en lugar de hacerlo sobre la militancia y en la sociedad movilizada.
Las políticas socialdemócratas que proporcionaron indudables avances sociales, quizá los más grandes o al menos más sostenidos de los últimos ciento cincuenta años, se pudieron llevar a cabo solo como resultado del equilibrio de fuerzas entre las clases, gracias a la fortaleza de las clases trabajadoras, y no solo porque los partidos socialdemócratas tuvieran líderes muy atractivos.
Por eso, por mucho que se empeñen nuevos líderes del partido socialista en asumir el ideario socialdemócrata (como creo que sinceramente ha deseado siempre José Luis Rodríguez Zapatero) su empeño será inútil, es decir, no podrán traducirlos en políticas socialdemócratas efectivas (como le ha pasado a nuestro presidente), si siguen renunciando a la movilización social y al apoyo de un partido vivo, para limitarse a basar la acción política (como en mi opinión ha hecho ZP) en el discurso agradable, en la atracción mediática y en el poder personal absoluto sobre un partido desmovilizado y desconectado de su sociedad más próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes comentar algo.