“Soy consciente de que exigimos sacrificios a los ciudadanos, pero somos cuidadosos de repartir las cargas de forma justa", dice Rajoy al diario austriaco Kurier, practicando su nueva afición de mostrar sus creativas versiones de la realidad a medios extranjeros. El presidente dispone de contundentes datos que avalan su tesis: bajo su égida, ha aumentado en España el número de millonarios y el de pobres. Irrefutable desigualdad en el pago de la crisis… si fuera eso a lo que se refiere, porque pudiera estar hablando de otra cosa.
47.000 personas han pasado a
engrosar en España durante el último año el selecto grupo de los
millonarios. De los de verdad, de los que tienen como mínimo un millón
de dólares de patrimonio. No falta ni uno de los habituales, así que ya
sumamos 402.000 individuos a quienes les desborda el dinero hasta por
las costuras de sus trajes. Décima potencia mundial España en
millonarios y multimillonarios, el crecimiento de este sector durante 2012 ha
sido espectacular, aupándose al octavo puesto entre los que han
registrado el mayor aumento. La política del PP les ha ido como Dios, si
se me permite la expresión. Las políticas neoliberales y la propia
crisis, bien es verdad. Desde 2007 los adinerados hasta la obscenidad
van en ascenso libre en todo el mundo, con unas pocas excepciones.
Como suele pasar, en España el número de millonarios crece con el mismo
vigor que el de los afectados por la pobreza severa: vivir con menos de
307 euros al mes (calderilla para el grupo anterior). Ya son 3 millones
de personas. Y ya la pobreza aguda afecta a un 26,7% de los niños, tras
aumentar el triple que en la UE. En
Cáritas, autores del informe que lo evidencia, mostraron alarma porque
las medidas adoptadas han acarreado “el abandono, injusticia y
desposesión de los derechos más básicos de las personas”. La “cargas” a
los más vulnerables han sido de profundidad y ancha amplitud.
El Consejo de Europa (nada que ver con el Consejo Europeo, el gobierno de la UE)
incide en la misma cuestión porque son hechos incontestables. Advierte
que los recortes practicados por el PP –atentos a la frase- “degradan
los derechos humanos”. También llama la atención sobre el aumento de la
violencia policial contra las manifestaciones de protesta. El gobierno
recibe a palos ese derecho democrático, dibujando un panorama bien
explícito.
Como será de famosa la afilada tijera del
PP que hasta el FMI ha entrado a valorarla advirtiendo que tanto tajo a
la sanidad va a resultar a la larga “más caro”. El dolor que los
recortes están infiriendo a los españoles no, el costo. Que por ahorrar
en unas mamografías luego se tenga que pagar el tratamiento de un
cáncer, por poner un ejemplo, y ni siquiera sea rentable obligar a los
enfermos a cotizar por sus medicinas. Y es que aunque se les abandone a
su suerte y se pudran, algún gasto harán que se podía haber evitado.
Y eso que todavía no se ha evaluado cómo afectará la merma del poder
adquisitivo de las pensiones. Con ella y los repagos y las alzas de
precio de todo, y el paro y la bajada de salarios, se está pinchando el
“tradicional” -y tan amado por los partidarios de ahondar en la
desigualdad social- “colchón familiar”. Ya no tendremos ni dónde caernos
muertos tras las próximas “cargas”.
Un tercio de
quienes mueran lo harán con dolor intenso, decían este fin de semana los
especialistas en cuidados paliativos. También ha “ahorrado” el gobierno
en eso. Y en el CNIO para la investigación del cáncer. Y en todo tipo
de investigación. No cabe pues, “cargar” más sobre la mayoría de la
población. ¿Y sobre los más ricos qué ha caído? Millones en tropel como
si se hubiera desparramado sobre ellos el cuerno de la abundancia. Qué
casualidad. ¿Se han vuelto de repente mucho más listos y emprendedores?
Será eso y no la evidencia palmaria de para quién y contra quien viene
gobernando el PP.
No sabemos verlo, pero las
palabras de ese genio del género fantástico que es el presidente del
gobierno español suelen traer mensajes subliminales. Cuando habla de un reparto justo o equilibrado de cargas no
se refiere a lo que los ingenuos ven a primera vista. Él habla como lo
haría un experto… en demoliciones. Su misión es abatir el Estado del
Bienestar y la sociedad tal cómo la conocimos en las últimas décadas. Y
en eso es una primera figura. Su equipo –de políticos y medios de
comunicación- utiliza los nuevos métodos: cizallas hidráulicas
rotacionales y machacadoras de piedras silenciosas junto a las
tradicionales excavadoras para cortar o atravesar madera, acero y
hormigón. Para que los más fieles o escasamente pensantes no adviertan
sino “reformas”. Pero, como allanado el camino apenas resta ya el paseo
triunfal, el objetivo se ha vuelto urgente, por pura satisfacción
propia. Rajoy parece querer advertir que ya ha dispuesto las cargas
finales en los cimientos y puntos estratégicos para que el edificio
implosione y se vaya al cuerno en segundos. Lo que queda de él. Es
importante la precisión en la técnica porque se trata de preservar todo
lo que queda fuera del perímetro a derruir. Es bien evidente qué y
quiénes en este caso.
Disciplinadas hormigas zombies acuden, por millones, a llevar los explosivos para ayudarle en la tarea".
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