Una mañana me desperté en una cama enorme, liado en sabanas de seda, sin nada puesto. Un carrillo del culo asomaba entre los pliegues blancos "miguelangelescos". Junto a mi se encontraba Rosell y me dijo, con voz grave y despeinado, bésame. Lo mire a los ojos y le dije te beso "besugo" mio.
Desde entonces me convertí en su "amo de casa",....¿para qué trabajar?, con el dineral que trae todos los finales de mes a casa,....eso si, yo me apunté al paro.
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