"Mi marido está parado, desde hace dos meses, tras 27 años de trabajo ininterrumpido y cotizado a la Seguridad Social. Mi hijo de nueve años va a hacer un viaje al extranjero con el colegio y, como todos los años, solicitamos vía Internet la tarjeta sanitaria europea. Al dar error, mi marido llama a la Administración y le comunican que, como está parado, no tiene derecho a solicitarla vía electrónica y debe personarse en las oficinas. Allí le comunican que nuestro hijo no tiene derecho a tarjeta, sino a un papel “que vale igual”, pero que difiere en forma y contenido de las tarjetas europeas. Él pregunta si conviene que se ponga una estrella en la solapa de algún color —él y toda la familia— para ser reconocidos desde lejos.
Además de la humillación personal que supone no tener derecho a tramitar peticiones por vía electrónica solo por el hecho de estar parado, creo que, como ciudadanos y padres de un menor, se están vulnerando varios derechos fundamentales. Nuestros y de nuestros hijos. Ya no solo porque se nos da un trato desigual, discriminatorio y humillante a los parados solo por el hecho de serlo, sino también porque se produce una vulneración de datos: el colegio de mi hijo no tiene por qué saber nuestro estado laboral, pero ha habido que informar para explicar porqué su tarjeta sanitaria no es como las demás.
Espero que nuestro hijo no tenga que necesitar “el papel”. Cuando vuelva, les contaré. Mientras tanto, voy fabricando estrellas en varios colores para ver cuál es la que elige para nosotros este Gobierno responsable de velar por la igualdad, la democracia, el bienestar y la ética política".
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