¿Son más tontos los españoles que los alemanes?- Rosa María Artal.
"El sábado muchos llenamos el depósito de gasolina. Y nos encendimos
–no literalmente aún- al comprobar que habíamos alcanzado un nuevo
récord en su precio: 1,52 euros el litro de 95 octanos. Nuestro amigo
Manuel, un ingeniero de telecomunicaciones español que trabaja en
Alemania, la había pagado a 1,54 en un surtidor al lado de su casa en
Munich. Nunca la diferencia ha sido tan escasa, dijo.
Manuel
gastaba la mitad de su sueldo en el alquiler de su piso en Madrid, en
Alemania la tercera parte. Los sueldos allí vienen a duplicar los
españoles, pero en absoluto se da esa proporción en costearse los
servicios fundamentales. En Madrid pagaba 650 euros de alquiler,
comunidad incluida, en el barrio (popular) de La Elipa. 50 m² con uso y
disfrute de un patio de luces. En Munich son 750 euros, por 72 m², con
balcón, y en una zona próxima al centro. Munich es una de las ciudades
más caras de Alemania, más que la capital, Berlín.
Entre agua
caliente y calefacción, Manuel invierte al año unos 600 euros y en luz
320. 28 euros x 12 meses. La tarifa es fija y se basa en estimación a
principios de año que se ajusta después si se ha gastado algo más o algo
menos. Las continuas subidas y el abrumador IVA han situado estos
recibos en España en la estratosfera. En Madrid es normal tener que
desembolsar 240 euros de gas y 200 de luz (por dos meses) e incluso
cantidades superiores. Desde Extremadura y Almería llegaron referencias:
70 euros mensuales solo por la luz. Recordemos que Bruselas aún pide
más subidas y más recortes para los españoles. Con los sueldos más
míseros (junto a Portugal) de la UE15, anterior a la ampliación al Este.
La
Hacienda Pública alemana ingresa más dinero en impuestos, pero son más
progresivos. Quien gana, paga, aunque compensa en el cómputo. Pagar más
por ganar mucho más, siempre sale a cuenta. Las capas medias españolas
ya cotizan casi lo mismo que sus equivalentes allí, sin las mismas
contraprestaciones. Ni mucho menos. Alemania dedica el 30,7% del PIB a
este fin. España venía invirtiendo el 20,7% pero Zapatero lo fue
subiendo hasta alcanzar el 25,7% en 2010. Entonces llegaron las recetas
neoliberales y comenzó a bajar. No hay datos oficiales aún del destrozo
causado por el PP en estos apartados, pero todos sus recortes (los miles
de millones succionados) han ido encaminados precisamente a disminuir
lo que el Estado redistribuye entre sus ciudadanos en políticas
sociales.
El llamado eufemísticamente “gasto” social –para que
duela- se dedica, por ejemplo, a los subsidios por desempleo, a la
sanidad (donde invertíamos 2 puntos menos que la media comunitaria con
excelentes resultados de eficiencia). Y a otros apartados que, por
cierto, resultan paradójicos. Quien nos diría en este país tan amante de
“la familia” que se presupuesta en medidas para su protección
(maternidad y paternidad, o guarderías, por ejemplo) un 6% mientras la
media europea era del 8%. Habrá que ver en que subsuelo ha quedado
ahora tras el –inacabado- ciclón PP. La familia digo, no “la famiglia” que está boyante como sabemos. O la vivienda y exclusión social al que dábamos un 1,8% frente al 3,6% comunitario.
Los
ejemplos son múltiples y vienen de lejos. Tanto en Alemania y otros
muchos países –a favor de los ciudadanos- como en España -en contra-.
Durante años nosotros pagamos las tarifas más caras de la UE en
telefonía móvil o en las eléctricas. Las bancarias sin duda. Con el
acceso a la vivienda más costoso a pesar de que la base de los tipos de
interés viene marcada “de Europa”. Muchos lo avisamos pero los españoles
seguían viviendo en el limbo. Distraídos con los globitos que gusten
poner ante sus ojos. Hay gente que se pelea por la unidad de España
-mentar Cataluña es echarles un gato a los ojos- o por el “y tú más”.
Simplifican con aquello de la “herencia” del PSOE al que ven causante
de todos los males del averno. Con ellos también camparon a sus anchas
los poderes fácticos –y nada lo excusa- pero ahora asistimos a una
aceleración sin precedentes. Y, sobre todo, hay gente, mucha gente, que
pasa sus días siguiendo tan solo el rastro de “la pelota” o viendo cómo
se zambullen, cantan o se pelean los famosos. O cómo discuten
periodistas en los debates de entretenimiento con propagandistas
ideológicos que osan también llamarse “periodistas” haciendo saltar en
sus tumbas a todos los que han muerto por ejercer dignamente esta
profesión.
Se paga muy caro no vivir en
un país civilizado. Lo peor es que la factura de unos pocos o unos
muchos la abonamos todos. Nos contaba Carmela Negrete en este diario que
Alemania está poniendo coto
a las ayudas a los que llegan de fuera con problemas. La austeridad
también ha invadido a la propia Alemania, dado que de hecho la marca
para toda la UE como fin último la “religión” de su canciller Angela
Merkel. Era ese dinero del gasto social del que hablábamos. Por ahí se
empieza a cortar siempre en las políticas neoliberales, hasta que no
quede un resquicio, hasta que sea lógico ver morir a alguien porque no
puede pagarse su sanidad. Las empresas mercantiles funcionan buscando
rendimientos, atajando el déficit a costa de lo que sea, de los
ciudadanos que la sostienen con sus impuestos incluso. Y en eso ha
convertido esta chusma impune los países.
Pero, no nos engañemos,
con la colaboración entusiasta de los ciudadanos. ¿A que a los
votantes descerebrados también les gustaría pagar, como Manuel, 600
euros por calefacción y agua caliente y 320 de electricidad al año? Es
que a votar se acude leído. Un respeto por ellos, no dejan de oponerme ¿por los que fastidian a todos? Asombroso.
No,
los alemanes no son más listos que los españoles. Tampoco los
habitantes del resto de la Europa civilizada que gozan de similar
respeto –éste sí- de sus gobernantes y desde hace años. ¿Por qué? Porque
se hacen merecedores de él. Únicamente son... más ciudadanos.
Conscientes de sus derechos y obligaciones por tanto, buscando el bien
común. Y desde luego no se dejan engañar con patrañas antológicas como
sucede aquí ¿Tiene remedio? Complicado, siglos de mala educación nos
lastran. Y, por este camino, solo nos espera la profundización del
esquilme y la estafa. España necesita un urgente master en ciudadanía".
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